Durante las vacaciones de cuatrimestre de la Universidad Earth en Costa Rica, porque allí es donde estudio actualmente Agronomía, decidimos ir de gira con el grupo Agroecológico y de Pensamiento crítico a visitar unas fincas ubicadas en Turrialba y en San Carlos. La primera finca que visitamos fue la finca de Ginee y Philip, Finca la Esperanza. Esta pareja de norteamericanos nos recibieron en su casa como si fuéramos sus hijos. Compartimos momentos muy gratos en donde intercambiamos nuestras experiencias y puntos de vista con respecto a situaciones por las que atraviesa el mundo actualmente y también hicimos una retroalimentación de prácticas sostenibles para manejar la finca. Enseñamos a los trabajadores de la finca a preparar EM (microorganismos eficientes) y MM (microorganismos de montaña), así como a hacer trampas en el bosque para atrapar actinomycetes (hongos benéficos). Lastimosamente el día que fuimos al bosque a hacer las trampas tuve una recaída, pues me afecta el cambio de clima y el frío sobre todo, pero gracias al apoyo de mis compañeros pude recuperarme sin problemas. A la hora de la cena en casa de Ginee y Phil, Ginee siempre nos deleitaba con sus deliciosas comidas, de las cuales estamos muchas veces privados en la universidad, por lo que nos sentíamos muy cómodos y halagados.
El segundo día fuimos a las cascadas de la finca, el día fue perfecto, yo no me metí al agua porque estaba un poco enferma, pero el resto del grupo, que éramos 13, sí se metió. Son unas cascadas preciosas, ubicadas en medio de una flora y fauna muy diversas, uno se siente sobrecogido al ver tanta maravilla natural.
Al tercer día decidimos ir de nuevo a las cascadas, pero no a las mismas, sino a una que quedaba ubicada cruzando el Río Oro. Caminamos por largo rato en la montaña hasta llegar a una poza de agua y una cascada, todo muy privado y especial. El agua era fría, pero no nos importó. Cuando estábamos nadando como peces en el agua empezó a llover y nos refugiamos bajo unos árboles. Pero eso no fue suficiente para evitar que todo lo que llevábamos se mojara. Mientras esperábamos a que el resto del grupo volviera de la cascada llovía torrencialmente. Cuando porfin estuvo el grupo reunido empezamos el descenso. Teníamos miedo de que emerga una cabeza de agua, que es un deslizamiento de tierra por la presión de agua que llega de los campos y es muy peligroso porque si cae encima tuyo, puedes morir. En fin, corríamos por los charcos de lluvia, felices, sin siquiera imaginarnos la desgracia que nos esperaba. Llegamos al río y todos nos quedamos estupefactos al ver cuánto había crecido éste. Se nos ocurrieron todo tipo de formas de cruzar, pero el río se veía furioso y fuerte, por mi mente solo cruzaban las imágenes del programa de rescate 911 dónde la gente ahogada o arrasada por las crecidas de los ríos. María Pia una de mis amigas estaba temblando, ella pensaba que nos híbamos a morir porque teníamos todos mucho frío y ella tiene tendencia a la hipotermia. En un momento intentamos cruzar con otras dos amigas el río y logramos llegar hasta la mitada, pero la otra mitad fue imposible, el río crecía cada vez más y más y nos veíamos ante un juego, una ruleta rusa, podíamos vivir o morir, había el 50% de posibilidades, pocas veces en la vida me he sentido tan impotente. Entré en desesperación y grité, como pocas veces, mis compañeros me dijeron que me calme y no tuve otra que tragarme la rabia y la impotencia que sentía. Un señor nos dijo que podíamos ir a su casa para calentarnos y protegernos de la lluvia. Así que congelados y empapados fuimos a su casa. Que al menos tenía techo pero estaba inundada. No podíamos creer las condiciones en las que vivía ese señor. Era tan pobre¡ y con una amiga alcanzamos a ver que había una niña con sídrome de Down acurrucada en una cama, con una gotera en el techo, la niña no hablaba, tenía 10 años, se me comprimió el corazón de verla ahí, abandonada, desprotegida, impotente. El señor nos dijo que si nadie le daba de comer, se moría de hambre, porque además era inválida y que no hablaba. El señor era viejo y parecía amargado. Me pregunto ¿cuál será el destino es esa criatura olvidada por Dios?, no lo sé. Esperamos poder volver con el grupo para ayudar a esa familia y construirles una casa con bamboo para que ya no tengan que vivir inundados. Después de estar con las manos frenta a un fogón que casi no calentaba por media hora mas o menos, llegó uno de los trabajadores de la finca con la buena noticia de que habían venido a nuestro rescate otros trabajadores con unas sogas y un carro. Con el frío que teníamos tuvimos que salir nuevamente a la lluvia, yo bajé abrazada con mi amiga Daisy para transmitirnos un poco de calor. Al llegar vimos que el caudal del río había bajado, cruzamos con una cuerda y nos sentimos tan contentos al llegar sanos y salvos a la otra orilla que todos reían y nos abrazábamos. De regreso a casa de Ginee y Phil contamos nuestra historia y ahogamos el frío y el susto con una buena cena y entre risas y anécdotas prometimos hacer algo por esa familia que tiene que vivir tan alejada de una vida descente.
domingo, 6 de mayo de 2007
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1 comentario:
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Ginnee
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