domingo, 8 de julio de 2007

La oscuridad del corazón

The heart of darkness es un libro escrito por Joseph Conrad, quien ha influenciado con sus escritos a poetas reconocidos como Eliot, Jorge Luis Borges, a escritores como George Orwell en su famosa novela 1984, entre otros.

Somos lo que leemos, y como a muchos de nosotros, los libros influencian y enriquecen nuestros pensamientos. Este libro trasciende lo superficial. Estaba yo sumergida en un mundo de externalidades cuando apareció este libro, que ha sido mi salvación. Intenta descifrar qué es lo que existe detrás del comportamiento humano, detrás de esa hambre por destruír, dominar, enriquecerse, qué es lo que nos lleva a desarrollar este comportamiento. La pregunta es ¿es nuestra naturaleza?. El ser humano, como lo conocemos hoy, siempre estará buscando aprovecharse de algún recurso natural para su propio beneficio, explotarlo hasta llegar al punto de su extinción. En The Heart of darkness es el marfil de los elefantes del Congo (áfrica) el material precioso que despierta la avaricia, en nuestros días es el oro negro. En su travesía, Mudrow -un marino de altamar quien narra la historia- conforme se va adentrando en los confines africanos él va internalizandose en sus pensamientos e intentando descifrar los motivos de la naturaleza destructiva de los humanos. Lo que realmente me hizo reflexionar y despertó mi especial interés fue la oscuridad. El imaginar o suponer que hay un mundo de oscuridad dentro de nosotros, vedado para la mayoría de las personas, casi indescifrable, pero una vez que entras y lo entiendes, las fuerzas que en él interactúan se pelearán por tu pertenencia. Ahí la pregunta no será qué te pertence, sino a quién perteneces...

jueves, 10 de mayo de 2007

Un trimestre de espectativas

Empieza un nuevo cuatrimestre en la Universidad Earth. Esta semana fue de especial interés, las nuevas materias han creado una gran expectativa en mí: química, genética y malezas. Los profesores han sido una parte importante de esta motivación. Son verdaderos pedagogos que saben conducirme al amor por aprender. Todos tienen un método y una forma de ser diferentes, pero yo saboreo sus expresiones, la forma de explicar y de relacionarse con el grupo. ´
El día de ayer tuve una conversación con Pablo, un amigo que conduce al grupo agroecológico del que formo parte. Reflexionamos mucho acerca de la vida, el materialismo, las cosas importantes, los valores, la familia, si casarse en estos tiempos vale la pena o no, entre muchas otras cosas. Lo curioso fue que la plática comenzó con una exposición por parte de él de la "Flor de la Vida", un libro que es está actualmente leyendo, nos condujo a una reflexión acerca de conocimientos del orígen y el sentido espiritual de la vida, la sabiduría de nuestros ancestros que poco a poco se han ido perdiendo y nos hemos transformado en lo que somos, una sociedad decadente, sin valores, materialista. Entonces es un problema de fondo, de forma, me sorprendió cómo partiendo de ideas atómicas terminamos en valores sociales. Poco a poco, en las siguientes publicaciones iré describiendo mis descubrimientos acerca del tema, que realmente son cosas que merecen nuestra atención y reflexión.

domingo, 6 de mayo de 2007

Cruzar el río..todo un desafío

Durante las vacaciones de cuatrimestre de la Universidad Earth en Costa Rica, porque allí es donde estudio actualmente Agronomía, decidimos ir de gira con el grupo Agroecológico y de Pensamiento crítico a visitar unas fincas ubicadas en Turrialba y en San Carlos. La primera finca que visitamos fue la finca de Ginee y Philip, Finca la Esperanza. Esta pareja de norteamericanos nos recibieron en su casa como si fuéramos sus hijos. Compartimos momentos muy gratos en donde intercambiamos nuestras experiencias y puntos de vista con respecto a situaciones por las que atraviesa el mundo actualmente y también hicimos una retroalimentación de prácticas sostenibles para manejar la finca. Enseñamos a los trabajadores de la finca a preparar EM (microorganismos eficientes) y MM (microorganismos de montaña), así como a hacer trampas en el bosque para atrapar actinomycetes (hongos benéficos). Lastimosamente el día que fuimos al bosque a hacer las trampas tuve una recaída, pues me afecta el cambio de clima y el frío sobre todo, pero gracias al apoyo de mis compañeros pude recuperarme sin problemas. A la hora de la cena en casa de Ginee y Phil, Ginee siempre nos deleitaba con sus deliciosas comidas, de las cuales estamos muchas veces privados en la universidad, por lo que nos sentíamos muy cómodos y halagados.
El segundo día fuimos a las cascadas de la finca, el día fue perfecto, yo no me metí al agua porque estaba un poco enferma, pero el resto del grupo, que éramos 13, sí se metió. Son unas cascadas preciosas, ubicadas en medio de una flora y fauna muy diversas, uno se siente sobrecogido al ver tanta maravilla natural.
Al tercer día decidimos ir de nuevo a las cascadas, pero no a las mismas, sino a una que quedaba ubicada cruzando el Río Oro. Caminamos por largo rato en la montaña hasta llegar a una poza de agua y una cascada, todo muy privado y especial. El agua era fría, pero no nos importó. Cuando estábamos nadando como peces en el agua empezó a llover y nos refugiamos bajo unos árboles. Pero eso no fue suficiente para evitar que todo lo que llevábamos se mojara. Mientras esperábamos a que el resto del grupo volviera de la cascada llovía torrencialmente. Cuando porfin estuvo el grupo reunido empezamos el descenso. Teníamos miedo de que emerga una cabeza de agua, que es un deslizamiento de tierra por la presión de agua que llega de los campos y es muy peligroso porque si cae encima tuyo, puedes morir. En fin, corríamos por los charcos de lluvia, felices, sin siquiera imaginarnos la desgracia que nos esperaba. Llegamos al río y todos nos quedamos estupefactos al ver cuánto había crecido éste. Se nos ocurrieron todo tipo de formas de cruzar, pero el río se veía furioso y fuerte, por mi mente solo cruzaban las imágenes del programa de rescate 911 dónde la gente ahogada o arrasada por las crecidas de los ríos. María Pia una de mis amigas estaba temblando, ella pensaba que nos híbamos a morir porque teníamos todos mucho frío y ella tiene tendencia a la hipotermia. En un momento intentamos cruzar con otras dos amigas el río y logramos llegar hasta la mitada, pero la otra mitad fue imposible, el río crecía cada vez más y más y nos veíamos ante un juego, una ruleta rusa, podíamos vivir o morir, había el 50% de posibilidades, pocas veces en la vida me he sentido tan impotente. Entré en desesperación y grité, como pocas veces, mis compañeros me dijeron que me calme y no tuve otra que tragarme la rabia y la impotencia que sentía. Un señor nos dijo que podíamos ir a su casa para calentarnos y protegernos de la lluvia. Así que congelados y empapados fuimos a su casa. Que al menos tenía techo pero estaba inundada. No podíamos creer las condiciones en las que vivía ese señor. Era tan pobre¡ y con una amiga alcanzamos a ver que había una niña con sídrome de Down acurrucada en una cama, con una gotera en el techo, la niña no hablaba, tenía 10 años, se me comprimió el corazón de verla ahí, abandonada, desprotegida, impotente. El señor nos dijo que si nadie le daba de comer, se moría de hambre, porque además era inválida y que no hablaba. El señor era viejo y parecía amargado. Me pregunto ¿cuál será el destino es esa criatura olvidada por Dios?, no lo sé. Esperamos poder volver con el grupo para ayudar a esa familia y construirles una casa con bamboo para que ya no tengan que vivir inundados. Después de estar con las manos frenta a un fogón que casi no calentaba por media hora mas o menos, llegó uno de los trabajadores de la finca con la buena noticia de que habían venido a nuestro rescate otros trabajadores con unas sogas y un carro. Con el frío que teníamos tuvimos que salir nuevamente a la lluvia, yo bajé abrazada con mi amiga Daisy para transmitirnos un poco de calor. Al llegar vimos que el caudal del río había bajado, cruzamos con una cuerda y nos sentimos tan contentos al llegar sanos y salvos a la otra orilla que todos reían y nos abrazábamos. De regreso a casa de Ginee y Phil contamos nuestra historia y ahogamos el frío y el susto con una buena cena y entre risas y anécdotas prometimos hacer algo por esa familia que tiene que vivir tan alejada de una vida descente.